“saber de sí mismo con la ayuda de la mirada
ajena…” eso dice el autor y eso me parece que lo consigue. Este libro nos
propone una reflexión sobre cómo nos vemos a nosotros mismos, cómo nos perciben
y cómo actuamos en función de lo que creemos que la gente piensa de nosotros. A
partir de ahí, podremos extraer los beneficios que esa interacción "en
espejo" nos ofrece para mejorar, para aprender mucho sobre nosotros
mismos, sobre los demás, e intentar conjugarnos mejor con nuestro propio
entorno.
Pienso
que la gente que se dedica a la psiquiatría, a la medicina psicosomática, a
escuchar a otros, a la antropología …. siempre resultan interesantes por su
contacto con el sufrimiento (más profundo que el dolor físico). Me quedo con
algunas cosas que el autor aborda en el libro, y las expongo son sus propias
palabras en una conferencia reciente: " … conocer el ambiente en el que nos
desenvolvemos, ejercitarse en la dinámica del vivir según las reglas de juego
imperantes, adaptarnos a ellas de forma razonable, cultivar nuestra empatía,
saber caminar, escoger lo mejor de nosotros, es algo que merece la pena. En
buena parte ese es el camino de la verdadera felicidad".
citando
al Premio Nobel, Ramón y Cajal: "Todo hombre puede ser, si se lo
propone, escultor de su propio cerebro". el autor apunta al modelo
de la escultura: "… el modelo está en nuestro corazón, va
inscrito en nuestras entrañas y hemos de descifrarlo y leerlo en el día a día.
Es la voz de la propia conciencia que ha de ser escuchada pese al fragor -de feria
o de guerra, de júbilo, dolor o algarabía- que, con cierta frecuencia, nos
envuelve casi inevitablemente".
No hay comentarios:
Publicar un comentario