Intentaré contestar a dos preguntas: 1. ¿Por qué me gustó? 2. ¿Qué no me gustó? Y luego solo compartir contigo qué estas leyendo, algunos libros que me han dejado un buen recuerdo, algunos que me gustaron, algunos que te pueden ayudar a coger afición por la lectura, algunos que me ensañaron algo, algunos que me enseñaron mucho, ... sobre gustos no hay nada escrito ... más bien mucho ... sobre mis gustos y "disgustos", esto es lo que se va a escribir...
martes, 12 de mayo de 2020
David Foster Wallace
De una LARGA entrevista a David Foster Wallace en 1993. Larry McCaffery / 1993 Review of Contemporary Fiction
Tuve un profesor que me gustaba que solía decir que la tarea de la mejor narrativa era relajar al inquieto e inquietar al relajado. Supongo que buena parte del propósito de la narrativa seria es proporcionar al lector, quien como todos nosotros es una especie de náufrago en su propio cráneo, proporcionarle acceso imaginativo a otros yos. Dado que sufrir forma parte ineludible de tener un yo humano, los humanos se acercan al arte en alguna medida para experimentar el sufrimiento, necesariamente como experiencia vicaria, más bien como una especie de generalización del sufrimiento. ¿Me explico? En el mundo real, todos sufrimos en soledad; la empatía verdadera es imposible. Pero si una obra de ficción nos permite de forma imaginaria identificarnos con el dolor de los personajes, entonces también podríamos concebir que otros se identificaran con el nuestro. Esto es reconfortante, liberador; hace que nos sintamos menos solos. Podría ser así de simple. Sin embargo, observamos que la televisión y el cine popular y la mayoría de los tipos de «baja» cultura —lo cual simplemente quiere decir arte cuyo objetivo fundamental es ganar dinero— son lucrativos precisamente porque asumen que el público prefiere placer al 100 por 100 a una realidad que suele componerse de un 49 por ciento de placer y un 51 por ciento de dolor. En tanto que el arte «serio», que no se dirige principalmente a sacarte el dinero, tiende a hacer que te sientas incómodo, o te empuja a esforzarte para acceder a su disfrute, del mismo modo que en la vida real el placer es consecuencia del esfuerzo y de la incomodidad. Por tanto es difícil que el público, especialmente el joven que ha sido educado para esperar que el arte sea 100 por cien placentero y para recibir ese placer sin esfuerzo, lea y aprecie la narrativa seria. Eso no es bueno. El problema no es que el lector de hoy sea tonto, no lo creo. Simplemente se trata de que la televisión y la cultura comercial le han enseñado a ser una especie de vago e infantil en lo que respecta a sus expectativas. Esto hace que intentar llamar la atención de los lectores de hoy implique una dificultad imaginativa e intelectual sin precedentes.
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