domingo, 9 de diciembre de 2012

El Aleph. Borges



El Aleph
Jorge Luis Borges
Ed. Alianza Editorial
Apenas 199 páginas

         18 cuentos entre los que resalto “Emma Zunz” (algo duro) “Deutsche Requiem” y por supuesto “El Aleph”.
         1. Se lee muy fácil. En todos los cuentos se muestra la capacidad expresiva del autor, su dominio del lenguaje, su fino humor en algunos momentos y la capacidad de hundirte la cabeza en el relato desde la segunda línea.
         2. No voy a ponerle peros más que a los suecos por no haberle dado el Nóbel .

         Un resumen de lo que apuntaba del Aleph un recorte de prensa (no se quién lo firmaba):

… la poética de Borges (su hipótesis sobre la naturaleza del acto literario) está en este cuento. Escrito en 1945 … Por un lado, Carlos Argentino Daneri (un Dante paródico y degradado) … Por otro lado, el personaje llamado «Borges» (un me­lancólico poeta menor) …

Carlos Argentino cándidamente cree que el lenguaje sirve para dar cuenta prolija del mundo. El cuento se burla de este tipo de escritor que duplica la realidad con el lenguaje, empobreciendo una y otro. En cam­bio, «Borges» declara el carácter fantástico del objeto mismo, de la li­teratura como acto de revelación. Para Carlos las palabras correspon­den a las cosas, v no hay asombro entre ambas, sólo resignación y uti­lidad; para «Borges», nombrar es siempre insuficiente, porque el todo es inabarcable y sólo nos quedan los informes parciales, las metáforas y las figuras de equivalencia. La poe­sía sería el nombre esquivo del mundo.

De este modo, la poética bor­geana se caracteriza por un doble movimiento. Primero, nos remite a la tradición, porque el mundo mo­derno aparece como un lugar de pér­dida y deterioro, y debemos recupe­rar la promesa poética del nombre, su capacidad de restablecer la me­moria y reconocer un espacio visio­nario. Segundo, nos remite a la no­ción de cambio literario, porque la literatura afirma el valor de lo nuevo, de los procesos, al ejercer la crítica de los usos convencionales del lenguaje. En efecto, en El Aleph Borges produce una sátira de la re­pública de las letras, de su culto del éxito y vanidad. Esta breve obra maestra sigue dándonos una lección clásica: la ver­dadera literatura construye una me­moria recobrada y compartible. Esa rara vecindad de lo genuino, su cer­teza fugaz y larga nostalgia, es la de­manda de El Aleph.

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